Atravesar por una relación tóxica (o por varias) tiene unas consecuencias en el campo físico, mental, emocional y espiritual que afectan directa o indirectamente todas las áreas de la persona, incluidas la salud y la economía.
Más allá de eso, queda una huella profunda en la autoestima y quedan unos lazos energéticos que contaminan todo el ambiente interno y externo. Estos dos resultados de la relación tóxica pueden significar un estancamiento significativo en la evolución de la persona.
Es por eso que terminar una relación tóxica y soltarla de verdad es sin duda una de las situaciones más aterradoras por las que se puede atravesar. Mientras más toxicidad haya existido, mayor será el miedo que genera salir de la relación.
Con esa información bastaría para tomar una distancia prudencial cuando alguien tóxico se nos acerca y nos hace ojitos.
Sin embargo muchas personas sucumben ante las estrategias tóxicas y terminan por engancharse en algo que puede durar desde unas cuantas semanas, hasta meses, años, décadas o incluso la vida entera, cuando la persona decide acomodarse en la toxicidad.
Esta nueva entrada de mi blog la quiero dedicar a quienes están en el proceso de soltar una relación tóxica y han tenido momentos en donde se sienten angustiados por lo que vendrá.
Y también para todas aquellas personas que están en una relación tóxica y aún están en la duda de qué vendrá luego de salir de ella.