Uno de los asuntos que más preocupan a las personas cuando inician una relación de pareja es cómo van a continuar su vida cotidiana. Básicamente porque una cosa es andar solos y decidir lo que se quiere a la hora que provoque, y otra muy distinta es incluir a otra persona en las decisiones que se toman día con día.
Así mismo las parejas que tienen meses o años de estar juntas también se inquietan por la cotidianidad, especialmente porque con el paso del tiempo se tiene la creencia de que temas como la rutina, la libertad y el ser uno mismo se pueden afectar y dañar la relación.
Que si ronca, que si deja la toalla mojada en el piso, que si no lava los platos como a mi me gusta, que de qué lado de la cama va a dormir. Estos y otros montones de asuntos cotidianos van saliendo con el correr de los días en la relación.
De modo que tiene sentido darle relevancia a la vida cotidiana porque se puede llegar a desgastar la relación poco a poco hasta que se acabe el amor.
Junto con cada detalle de la vida cotidiana pueden aparecer también las ganas de controlar al otro o de querer cambiarlo, olvidando palabras como la aceptación, la comprensión, la tolerancia y el respeto.
Temas como el manejo de los tiempos, la forma de arreglar la casa, las comidas que cada uno prefiere, la disciplina para hacer ejercicio, las vacaciones, los espacios para los amigos de cada quien, el almuerzo donde la mamá de alguno de los dos, las visitas de los familiares a la casa, son solo algunas de las cosas que van saliendo con el paso de las semanas, los meses y los años en una relación de pareja.
Más adelante pueden llegar los hijos y allí se cruzan temas cotidianos que van desde ¿cómo organizar la agenda para que ambos participen en el cuidado del bebé?, hasta ¿cuál va a ser el mecanismo para corregir al niño a medida que crece? o ¿cuáles van a ser los permisos que se le otorguen?, etc.
De todo esto y mucho más de las cosas cotidianas hay que conversar con la pareja de manera proactiva y abierta, anticipando escenarios posibles y probables, de modo que no se dé cabida a las suposiciones ni que se presten las situaciones para desengaños o desencantos en el futuro.
Creo que se ha mitificado la vida cotidiana precisamente por dejar que aparezca sin haber hablado de ella claramente.
En efecto, muchas relaciones afectivas avanzan sin darse el tiempo para el diálogo, sin abrir espacios donde ambos puedan decirse con sinceridad, afecto y respeto lo que piensan, lo que sienten, lo que esperan, lo que sueñan, tanto en su proyecto de vida personal como en el proyecto de pareja.
Por ejemplo algo que se olvida con frecuencia es que, aunque la relación afectiva siempre es de dos personas y son ellas dos quienes deciden sus asuntos, hay también alrededor de la pareja otras personas que se sienten afectadas o implicadas directa o indirectamente por lo que pasa con ella. Me refiero primordialmente a los hijos, no obstante están los familiares cercanos y los amigos de cada quien y de ambos. Especialmente en el caso de los hijos, más cuando se tienen hijos de otras relaciones anteriores y se da el caso de "tus hijos, mis hijos y nuestros hijos". Allí es cuando el diálogo y los acuerdos pasan a ser fundamentales para mantener no solo la cotidianidad fluida sino también para mantener la relación de pareja sana.
A veces la novedad de la relación al comienzo y la alegría de compartir con el otro, nos hace olvidar que toda relación requiere que se establezcan lazos de confianza y que éstos se basan en la sinceridad y en el poner las cosas claras desde el principio.
Tanto si estás comenzando una relación como si ya estás en ella hace rato, te quiero sugerir a continuación unas ideas para que puedas administrar la cotidianidad con sabiduría y crecimiento para ambos.
1. Habla con tu pareja abiertamente de los valores que te mueven en la vida porque ellos están inmersos en cada decisión que tomas cotidianamente. Pregúntale a si mismo a tu pareja cuáles son sus valores. De esta manera será más fácil lograr la comprensión de los porqués en cada cosa que hacen y se evitan sorpresas en el futuro para los dos.
2. Comparte con tu pareja el proyecto de vida que tienes pensado para ti y haz que el o ella también lo manifieste, de modo que ambos puedan visualizar los puntos comunes y los divergentes y establezcan mecanismos para que se puedan materializar los sueños de cada quien en un ambiente de mutua contribución.
3. Crea un proyecto de vida conjunto con tu pareja en donde existan metas y sueños que los muevan a los dos y por los cuales van a trabajar juntos.
4. Establece con tu pareja unas normas o conductas básicas de convivencia en el día a día, que sean conversadas, no impuestas, y que tengan sentido para ambos porque sienten que aportan para la vida que quieren construir como pareja. Recuerda que en este tipo de acuerdos debe primar el equilibrio, el respeto, la confianza y el compromiso con la relación de parte y parte.
5. Abre un espacio de diálogo con tu pareja semanalmente, un momento agradable y tranquilo, pero que al mismo tiempo sea respetado por los dos como si fuera una reunión de grupo primario en el trabajo. Este espacio se presta para compartir las sensaciones y hacer balance de cómo se sienten algunos temas específicos de la cotidianidad que quizá puedan ser más sensibles.
6. Incorpora espacios de relajación y disfrute con tu pareja con regularidad, momentos que nada ni nadie pueda interrumpir. El objetivo sea mantener la chispa encendida siempre entre los dos y que sumen risas y recuerdos inolvidables que los unan. No tienen que ser planes rebuscados, pueden ser cosas simples y sencillas como comerse un helado o ver una película juntos un domingo en la mañana acostados en la cama o salir a caminar por un sendero natural o cenar algo que los dos cocinaron juntos...en fin...hay muchas formas creativas de compartir y hacer agradable la vida.
Finalmente, si nunca hablaste con tu pareja sobre la cotidianidad al comienzo de la relación, hazlo ahora. Te garantizo que es totalmente recomendable para la salud de la relación y para hacer una vida mucho más placentera.
Recuerda que la libertad, el ser tu mismo o tu misma y el disfrute en la relación afectiva son asuntos irrenunciables para que realmente se pueda crecer como personas en medio de un compartir como pareja.
Publicado en Afecto y amor
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