El amor es equilibrio, es una danza de polaridades y es un flujo constante de dar y recibir.
Sin embargo la falta de amor propio o el desbalance de las energías masculino/femenina internas, muchas veces bloquean el correcto flujo del recibir.
Miraremos en esta nueva entrada del bog cómo se dan estos bloqueos y cómo podemos resolverlos.
¡Bienvenidos!
Todo en el universo fluye cíclicamente, cuando rompemos cualquiera de los flujos de la vida, se establece el caos y se causa un daño al equilibrio.
Lo mismo ocurre con dar y con recibir.
En la relación de pareja la base es la confianza mutua que nos permite abrirnos para dar y para recibir amor.
La metáfora que más me facilita explicarles a mis alumnos cómo opera el flujo de dar y recibir es una pareja de baile de salón.
Si observamos con detenimiento el baile, éste se ve estético en la medida en que la pareja fluye con gracia. Los dos lideran su propio cuerpo y hay un orden para cada uno. El hombre sostiene y conduce a la mujer en cada paso con amabilidad, siguiendo el compás de la música.
Como vemos, tiene que existir un soltarse y un entregarse en el baile para que se vea como magia.
Al contrario, todos hemos visto alguna pareja que se percibe forzada al bailar. Dando por sentado que ambos conocen los pasos del baile, cuando miramos en detalle qué es lo que pasa para que se vea un baile sin gracia, es que alguno de los dos o ambos quieren mantener el control y no hay esa entrega mutua.
Así mismo ocurre en las relaciones. Cuando uno de los dos o ambos tienen dificultades para recibir, la energía empieza a atascarse y esto tarde que temprano dificulta la evolución de la pareja.
De manera que si no aprendemos a dar y a recibir en armonía y gratitud, en la relación ocurrirá con el tiempo lo que pasa en el baile forzado, se genera un desgaste innecesario de energía y el resultado es un agotamiento paulatino.
Hay un principio que no me canso de mencionar: nadie de la de lo que no tiene.
Cuando el amor propio está afectado, no hay forma de abrirnos correctamente a dar ni a recibir amor. Es así de simple.
Con el amor propio débil, vamos cogeando por el mundo y nos convertimos en codependientes en las relaciones porque volcamos nuestra energía no en el compartir ni en el construir conjunto con el otro, sino en atraer su atención, hacer que nos elija y lograr que se quede a nuestro lado como sea.
Porque el poco amor propio significa que en el fondo lo que tenemos no es amor sino miedo. Miedo al "rechazo", miedo "a no ser amados" o miedo a que "nos abandonen". Pongo los miedos entre comillas porque todos ellos son ilusiones del ego, no existen sino en nuestra mente.
El caso es que cuando tenemos miedo nos relacionamos desde la carencia y por eso estamos dispuestos a hacer lo que sea necesario para complacer a la pareja y para lograr que se quede a nuestro lado.
De manera que comúnmente nos damos, nos entregamos, sin límites y se nos olvida aprender a recibir amor.
Con un agravante y es que como ya dijimos este "darnos" en la relación de codependencia no es una generosa entrega incondicional sino que es un dar transaccional pues tiene una finalidad concreta es recibir la beneificio de que la otra persona continúe en la relación.
Así pues desde el amor propio bajo no estamos acostumbrados a dar correctamente y mucho menos estamos abiertos a recibir.
En consecuencia terminamos por mendigar amor, por aceptar lo inaceptable y por recibir cualquier cosa en nombre del amor incluido el maltrato, aunque suene totalmente absurdo.
Recordemos que sin el flujo de dar y recibir todo se vuelve un caos, con lo cual lo inadmisible lo vemos como algo normal.
¿Cómo puedes aprender a recibir cuando tienes el amor propio bajo?
Lo primero es reconocer que has tenido un amor propio deficiente en tu vida.
Lo que sigue ahora es responsabilizarte y hacer tu camino de restauración de tu amor propio. Obviamente si lo que quieres es dar y recibir amor en tu vida.
Requerirás un trabajo sistémico de alma, mente y cuerpo, en donde tomes consciencia de los porqués tu amor propio ha estado flojo, de la mentalidad que has construido simultáneamente con esa estructura del amor en ti y de las posturas corporales, las emociones y la aceptación de todo tu cuerpo que has tenido.
A nivel espiritual y de alma se trabaja con los chakras y con tus creencias inconscientes. Hay que activar tu chakra corazón y hay que resignificar tus creencias inconscientes.
Te recomiendo empezar por leer los dos artículos que te referencio al final.
Cuando haces tu trabajo interior de restauración de tu amor propio, te preparas para darte permiso de recibir el verdadero amor en tu vida.
Este trabajo del amor propio debe complementarse con el trabajo del equilibrio de las dos energías: femenino/masculina internas.
Todos tenemos ambas energías, lo que pasa es que suelen estar desbalanceadas internamente y traslapadas en las relaciones.
Con frecuencia nos encontramos a muchas mujeres con su energía femenina baja o desdibujada. Esto en términos prácticos significa que aparecen comporamientos de control que atentan contra la confianza mutua y no permiten el soltarse y el entregarse libremente a la pareja.
De hecho, ocurre que al final, en lugar de recibir y dar amorosamente, se termina por forzar las situaciones y por exigir las cosas.
La energía femenina balanceada y sana incluso permite disfrutar de una sexualidad mucho más placentera pues la disposiciíón a dar y a recibir de forma fluida ayuda también en el terreno fisiológico y en el orgánico.
¿Cómo darnos cuenta del estado actual de la energía femenina?
Tanto si eres hombre como si eres mujer, pregúntate qué tanto has controlado en la relación. En la medida en que sueltes el control, aprenderás a fluir. Fluir es uno de los principios fundamentales de la energía femenina.
Si quieres profundizar un poco más, te invito a escribirme para darte el test y revisar tu apertura a recibir considerando los dos criterios mencionados.
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Estaré encantada de ayudarte.
Un abrazo
Patricia Benavides
Publicado en Afecto y amor
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